miércoles, 2 de septiembre de 2020

TRASTORNO DE PERSONALIDAD POR EVITACIÓN (PARTE 2ª)

Segunda parte del artículo publicado en este mismo blog: aquí

YO TE EVITO, TÚ EVITAS…YO INTENTO NO EVITARTE, TÚ INTENTA NO EVITAR


Proactividad: Yo soy el responsable de mi vida y actúo…

Salir de la zona de confort: Tengo claro que avanzar en la vida cuesta…

Asertividad: Defendiendo mi derecho de forma justa defiendo quien soy y construyo una sano autoconcepto y una sana autoestima…

 

“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto, sino un hábito”

(Aristóteles)


  1. ACLARACIONES A LA PRIMERA PARTE 


En la primera parte de este artículo publicado en revistas anteriores, hacía referencia a que para avanzar es necesario sufrir un poquito. También señalaba inmediatamente a continuación, que ese mismo proceso de pasarlo mal, ayuda a cultivar la resiliencia. 

La realidad es que no sé si son un poco desmedidas estas palabras: sufrir y pasarlo mal. Precisamente, por no estar muy seguro del uso adecuado de ello, prefiero proceder a una breve aclaración.

En mi caso personal, hubo algunas complicaciones bastantes extraordinarias, quizá por eso, utilicé este lenguaje. No obstante, más allá de esta circunstancia, la realidad es que las cosas que verdaderamente merecen la pena no se nos regalan, y somos nosotros, con nuestro esfuerzo y sacrificio personales quienes debemos conseguirlas. Es evidente también que a quién le cuesta avanzar en un terreno de forma especial, le costará,  y no está exento de poder pasarlo mal, pues habrá un  proceso de estrés vinculado al afrontamiento y al aprendizaje. 

Respecto a sufrir un poquito y pasarlo mal, también es conveniente matizar, quizá, que todo proceso de afrontamiento y aprendizaje, debe ser progresivo, controlado y supervisado por el profesional adecuado, y no debe, en ningún momento, existir nada desmedido ni contraproducente que nos perjudique, nos bloquee y ponga en riesgo innecesario nuestra salud y nuestro anhelo verdadero de avanzar y ponernos bien. Sin embargo, aún así, la ansiedad ante el estímulo que enfrentamos y nos la genera, estará ahí, y eso suele costar y exigir esfuerzo.


  1. CONCLUSIÓN: ¿QUIÉN SOY YO HOY EN DÍA?

Pese a no haber transcurrido demasiado tiempo entre la plasmación escrita de la primera y de esta segunda parte del artículo, por el contrario, yo sí he experimentado cambios importantes en mi esfera personal. Probablemente, eso sea lo que verdaderamente deba señalar aquí, lo que de verdad importa, lo que puede transmitir esperanza de futuro y de realidad a quién lo esté pasando mal por este trastorno, o incluso,  por otro cualquiera.

A día de hoy, estoy bastante, pero bastante bien, en el terreno social. Ahora hay otros hándicaps diferentes a todo eso, pues los problemas de todos nosotros van cambiando. Me siento capaz de mucho, y sobre todo siento que muchos de mis problemas -todos tenemos problemas, ya que somos seres inmersos en la vida- dependen de mí para su solución en muchos casos. En este sentido, reconozco que aún quedan vestigios de mi personalidad evitativa que se reflejan, en mi caso, en la procastinación, algo mucho más sencillo de solucionar que todo lo anterior, pero que evidentemente hay que tomar conciencia y equilibrar, pues el nivel de felicidad de cada cual depende, a menudo, de solucionar pequeñas cosas que despejan mucho terreno para ser más feliz o alcanzar una vida mucho más plena.

 Finalmente, si tuviera que señalar algo que defina mi evolución o mi caso, diría, sin lugar a dudas, que la batalla y la lucha han forjado el que soy,  y lo más importante es que lo he hecho y no me he quedado en el CASI, como sí le sucedió al protagonista de la canción de Melendi con sus amores, sencillamente porque a mí la vida sí me ha salpicado ya que decidí no saltar ni rodear sus charcos. La temeridad es un peligro, la evitación insana también…que te salpiquen los charcos, que te salpique la vida…



1.  Un amplio porcentaje de la población, con o sin trastorno, desarrolla conductas evitativas que no son sanas y tienen consecuencias negativas para su vida.

2.  Canción titulada Casi, con su estribillo recurrente Como va a salpicarme la vida si salto los charcos. Evidentemente, los charcos de la canción no deben identificarse con aquellos de expresiones del tipo meterse en todos los charcos, pues estos son otro tipo de charcos que sí debemos evitar.

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